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  • Macarena Milad

La violencia obstétrica y su impronta biográfica, intergeneracional y cultural



Macarena Milad. Estudiante segunda generación

"El Arte de Acompañar"



La violencia obstétrica se puede entender como el conjunto de prácticas que degrada, intimida y oprime a las mujeres y a las niñas en el ámbito de la atención sexual y reproductiva, la cual se intensifica en el período del embarazo, parto y post parto (Arguedas, 2014). Esta puede expresarse de diversas maneras, tales como un trato deshumanizado, un abuso de medicalización y una patologización de procesos naturales (Defensoría General de la Nación, 2016).

Este tipo de violencia y abuso de poder debe enmarcarse dentro de un sistema de género que humilla e infantiliza a las mujeres, pasando a llevar sus derechos humanos fundamentales, tales como el derecho a la intimidad, honra y dignidad, derecho a la información o el derecho a la salud reproductiva. En esta línea, la violencia obstétrica es un mecanismo de control que reproduce la condición de ‘inferioridad’ de las mujeres, quitándoles el poder sobre su propio cuerpo e hiriendo el cuerpo físico y emocional de ellas para que se mantengan en su posición dominada, pasiva y sufriente. Así, la violencia obstétrica contribuye a moldear el constructo social de lo que es ser mujer, por lo que es un tema que compete a la sociedad entera, no sólo a las gestantes.

Por supuesto, los profesionales de la salud no suelen hacer esto de manera consciente, ya que simplemente operan por inercia, a la luz de un sistema médico que deshumaniza a los usuarios y genera daños iatrogénicos o intencionales por miedo, costumbre o comodidad.No obstante, los perjuicios a nivel cultural, psicológico y simbólico no pueden omitirse. Por el contrario, deben destacarse para que se comprenda lo profundo que cala la violencia obstétrica.

Así, es correcto establecer que la violencia obstétrica es violencia de género, violencia psicológica, sexual, cultural y también sistémica. Si bien todos los actos de violencia son repudiables, este tipo de violencia se intersecta con muchas otras dimensiones -tales como raza, nivel socioeconómico y sexo-, y vulnera potencialmente a la mitad de la población humana, por lo que debe considerarse como una violencia de mayor gravedad. Esto, además, porque no sólo vulnera a la mujer gestante y a su entorno familiar, sino que también vulnera al bebé por nacer, quien también recibe el pánico y estrés que siente su madre violentada. Esto último también puede implicar consecuencias al largo plazo en el apego y en la salud de ese bebé, por lo que los efectos de la violencia obstétrica pueden ser incluso intergeneracionales (Talge et al., 2007).

Sumado a esto, la violencia obstétrica es de particular gravedad porque se despliega en un momento de extrema vulnerabilidad psíquica para la mujer, a razón de los cambios neuro hormonales y biográficos que genera la gestación. Por esto, la violencia obstétrica ha estado asociada a Síndrome de Estrés Post Traumático y depresión post parto, con profundos efectos al largo plazo para ella y todo su sistema familiar(Bailham y Joseph, 2003).

En línea con lo anterior, es urgente notar y educar respecto del carácter sexual de la gestación y el parto: si bien los paritorios y quirófanos sugieren lo contrario, parir es un evento propio de nuestra vida sexual -necesita, en gran parte, lamisma liberación hormonal que los orgasmos- y, en cuanto tal, requiere el mismo nivel de intimidad y contención. Por ello, la violencia obstétrica deja una impronta psíquica equiparable al abuso sexual (Kitzinger, 2006). A continuación, un relato que ilustra este punto:

Ella llora. Él sonríe y le dice que no será nada.

Ella está desnuda, se siente frágil y vulnerable.

Él mete la mano en su vagina

a pesar de que ella le pide que no lo haga.

Él no la escucha.

Sigue su ritmo mientras ella grita.

Le duele.

Ella le exige que no la toque, que la deje en paz.

Que saque la mano de su vagina.

Se lo suplica.

Él no la escucha y le ordena que se calle.

Luego viene otro y hace lo mismo. Y otro...

Terminan. La dejan sola. Llora.

No es una violación.

Está de parto.

¿No es una violación?


(Blog El Parto es nuestro, 2011)


Consecuentemente, construir un marco legal que proteja a las mujeres de esta violencia se vuelve un acto no solo de empatía, sino que de justicia y derechos humanos. Es un mínimo que debe establecerse si se quiere habitar en un país con personas saludables física y mentalmente, y todos los esfuerzos debieran ponerse en la protección del hito que marca irrevocablemente a todo ser humano: el parto.

Por esto, es urgente aprobar Ley Adriana en Chile, ya que la violencia obstétrica en nuestro país es de gran prevalencia y sus impactos son profundísimos y multidimensionales. No ser víctima de violencia es un derecho humano básico que no puede quedar en el criterio del equipo médico o en la fortuna de cada mujer, menos aún en momentos de máxima vulnerabilidad biológica y cultural. Es más, un marco legal pro parto respetado es fundamental para el desarrollo del país entero, ya que no puede florecer la salud en el país sin un resguardo máximo de la salud perinatal integral.


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